Mi moto Alpino derrapante

Era una tarde como cualquier otra, en una chatarrería como cualquier otra, a la que me había llevado mi fiel Siambretta. Una situación de las tantas vividas, cuando un fierro me llama desde los escombros y voy hacia él. Era una moto Alpino, de dudosa cilindrada, quien me tentaba desde sus mas oscuras partes de óxido. Me aproximo, y en el preciso instante de acariciarla aparece esa voz amiga de ultratumba; sí, esa de la otra vez, diciendome aquella frase tantas veces salvadora: “noo cooommppreeesss pooorrrqueeeriiiiaaaaassss”.

El tiempo se detuvo!. Los pájaros dejaron de trinar, las ratas de roer, los perros de ladrar, etcétera. Finalmente, con un pie en el aire como habia quedado, y el otro haciendo equilibrio sobre un caño de 2  pulgadas, caí de jeta sobre el tanque de la Alpino, no sin antes escuchar a esa voz amiga que ahora decía suavemente “mi moto Alpino derrapante...”.

Desperté en mi cama, con un chichón del tamaño de una tapa de tanque de nafta (de tanque de moto inglesa o italiana, tal vez americana, de moto, no de motoneta). Nadie supo explicarme como llegué a casa, ni siquiera la siambretta, quien en el patio insistía en guardar silencio cada vez que le sacaba el tema. En los dias sucesivos intenté llegar mas de una vez a la chatarrería, pero fué imposible hallarla, por mas que estaba ubicada en una zona centrica de la ciudad, mas precisamente sobre la peatonal y segun recordaba colgaba en su puerta un cartel luminoso de 12 pies de eslora. A raiz de la obsesión, una y otra vez empezó a resonar en mi mente esa nueva frase: “mi moto Alpino derrapante”....

Conjuntamente con mi obsesión y el nuevo eslogan en mi cabeza comenzo a darse un hecho curioso. Cada vez que pensaba en “mi moto Alpino derrapante”, algun hombre se acercaba y trataba de entablar amistad conmigo. Y la verdad  que no era cualquier tipo de hombre. No es que fuesen de dudosa moral. No había ninguna duda sobre la homosexualidad de ellos.

 

En una ocasion, enmimismado en mis pensamientos chatarreros, escapó de mi boca el ya acostumbrado “mi moto alpino derrapante”. La reacción fue instantánea, cinco fornidos obreros de la construcción, de tez morena, me rodearon y comenzaron a manosearme, y si no fuese porque el sexto en llegar fué un policía de la motorizada, la hubiese pasado peor. Fué una linda tarde de primavera pasenado en esa moto, debo confesarlo.

Sin saber si buscar una Alpino para restaurar o escribir un libro sobre “mi moto alpino derrapante”, fuí a ver un oráculo amigo, y llegamos aqui a la revelación del misterio y final de esta historia. Previo pago de $200 pesos, el oráculo escucho atentamente, y luego de indagar sobre mi vida entre fierros y aceites, consultar su bola de cristal y acariciarse la barba apaciblemente, se puso atrás mio, apoyó su manos sobre mis hombros y me digo:

 

- “repite conmigo MI MOTO ALPINO DERRAPANTE, pero cambiando las vocales por la letra A”...
- “ma mata alpana darrapanta”... sus manos comenzaron a apretar fuertemente mis hombros...
- “muy bien, ahora con U...”:

- ”mu mutu ulpunu durrupuntu”... su cuerpo comenzo a acercarce al mío..
- “ahora con O, plis...”

- “mo moto olpono dorroponto” ... su aliento me erizaba los pelos de la nuca...
- “con I...”

- “mi miti ilpini dirripinti”.... la luz iluminó mi mente, pero ya no habia escapatoria....

- “con E”.....

Fen!..., digo Fin!

 

Olegario